lunes, 14 de mayo de 2012

Un día como mulillero en Las Ventas

Por Diego Barrios

El pasado 12 de mayo, tuve la gran oportunidad de trabajar como mulillero en la plaza de toros de Madrid.
Era la primera corrida de rejones de la Feria de San Isidro 2012, en la cual estuvieron Andy Cartagena (puerta grande con dos orejas), Sergio Galán (puerta grande con 2 orejas) y Leonardo Hernández (Una oreja). Con 6 toros de la ganadería de Luis Terrón, de los cuales devuelto el segundo y remplazado por un toro sobrero de la ganadería de Pallarés.

Quizás cuando preguntan cual es el mejor sitio de Las Ventas, a parte de el sitio fetiche que pueda tener cada persona, suelen responderse cosas como barrera del nueve, contabarrera del 10… pero voy a responder aquí hoy con un sitio que pienso que supera a todos ellos, hablo del callejón, mas concretamente zona de mulilleros.

Quién me iba a decir a mi que participaría algún día en el desarrollo del ritual mas nacional y castizo de toda España. Ni más ni menos que de mulillero, mulillero en Las Ventas. Pocas cosas pueden no describirse y una de ellas es hacer el paseíllo en la Monumental. 23.000 personas, que quizás no pusieran los ojos en mí exactamente pero si era la impresión que tenía cuando, mientras caminaba por el albero haciendo paseíllo llevaba a las mulas que serían las que más tarde retirarían al toro muerto de la plaza más adelante. Un saludo cordial al presidente de la plaza quitándose la gorrilla,  primero los monosabios, después lo areneros y por ultimo, nosotros, los mulilleros.
Estábamos situados en el tendido 2, en el callejón y sinceramente una vez que has estado ahí, cualquier asiento te puede parecer poca cosas en comparación con el. Se podía apreciar con claridad la voz del rejoneador, la respiración del toro, o los movimientos del caballo, todos ellos con precisión.
Al ser la primera vez que había estado de mulillero en Las Ventas (aún que si he sido en algunas plazas de tercera), no creo que se fiasen mucho de mi a la hora de retirar el toro del ruedo, así que me dedique a observar desde nuestro sitio todo, aun siendo así fue todo perfecto.
Camisa blanca con los puños y el cuello rojo, pantalones azul marino con una ralla roja en los laterales, zapatillas negras, una gorrilla azul marino, la faja, roja, una vara que pienso que era de olivo y una ilusión que ocupaba todo mi cuerpo haciendo sentirme como si midiese tres metros. Muchas gracias a mi tío, por haberme brindado esta oportunidad.

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